Conocido como el efecto Benjamin Franklin, este hallazgo psicológico se basa en la reciprocidad de los favores. La historia cuenta que Franklin tenía un rival político que siempre mostró desprecio hacia sus discursos y teorías. Para cambiar ese estado de ánimo, le envió una carta en la que le pedía un libro prestado. Su rival se sintió halagado y se lo envió gustosamente, después Franklin lo devolvió con una nota de agradecimiento y, desde ese momento, nació una fructífera amistad.
De este modo, la psicología nos dice que solemos querer más a las personas cuando les hacemos un favor, que cuando ellos nos hacen uno. La neurocencia e innumerables estudios psicológicos avalan que si le pides a alguien que te haga un favor, inevitablemente le caerás mejor.
¿Por qué funciona? El cerebro justifica las acciones de tal manera que si alguien que no te gusta te pide un favor y se lo haces, te convences a ti mismo de que le estás ayudando porque en el fondo te cae bien y merece la pena ayudarle. Hay argumentos válidos que dicen que los líderes empresariales deben de hacer el esfuerzo para averiguar cómo se sienten sus empleados, que deben involucrarles en las decisiones y demostrar que comprenden los problemas y retos a los que se enfrentan. Sabemos por experiencia que la demostración del interés real y sostenido de los empleados ayuda a construir un vínculo de confianza y que esto ayuda a mantener líderes y equipos juntos cuando las cosas se ponen difíciles.
Ahora bien, un favor no se puede pedir dentro de la empresa de cualquier forma. Antes de solicitar un favor debemos hacer una valoración real de lo que estamos pidiendo. Podemos pecar de injustos, de inoportunos o estar demandando algo desproporcionado. Hay que pedir favores que realmente estén al alcance del otro y tener en cuenta si está en su mano hacerlo o va a depender de un tercero.
Ponte en el lugar de la persona a la que vas a pedir un favor. Esta es, sin lugar a dudas, la estrategia más importante. A veces nos olvidamos de que nuestros familiares, nuestros jefes o nuestros compañeros también tienen motivos para valorar o no hacernos un favor. Y conocer estos es el pilar para conseguir lo que deseamos. En este sentido no sólo es importante ser razonables en nuestras peticiones, además tenemos que ser conscientes del contexto en el que solicitamos los favores.
Si la persona a la que pensamos pedir un préstamo está pasando por un mal momento personal o económico es conveniente que busquemos a otro o esperemos a que las cosas vayan mejor. Esto puede ser cuestión de días, semanas o meses, pero siempre nos irá mejor si hacemos las peticiones en algún momento apropiado para la otra persona. Y debemos tener en cuenta que, como nos enseñó el bueno de Benjamin, no es necesario pedir un gran favor. De hecho, cosas mundanas y en apariencia sin importancia, como la petición de un libro, de consejo o de ayuda en la toma de cierta decisión puede ser igual de eficaz o incluso más.
Hay que ser claros en nuestras peticiones. Explicar bien lo que necesitamos, por qué lo necesitamos, en qué plazo y el significado que tiene para nosotros conseguirlo o no. Si no queremos que el otro se sienta en deuda, podemos intentar jugar con las palabras. No es igual decirle a alguien ‘tengo que hacerte una petición’ o ‘necesito consultarte algo’ que decir, ‘necesito un favor’. Es una expresión que transmite una mayor expectativa sobre el otro y potencia ese sentimiento de deuda.
El ecosistema empresarial es cada vez más complejo, por lo que demanda profesionales más polivalentes y perfiles más completos. La psicología es una disciplina académica que ya ha demostrado de sobra su utilidad para emprendedores, empresarios y directivos. Este pequeño truco psicológico puede ayudarte en la relación con tus empleados, partners o compañeros, pero si conoces otros, compártelos con nosotros a través de nuestras redes sociales (Facebook, Twitter, LinkedIn).