Ha vuelto Septiembre. Uno de los meses más temidos por todos, niños y adultos. Toca despedirse de las tardes en la playa, de los paseos mañaneros o de dormir como un niño. Ha llegado la hora de enfrentarse a la rutina. Y aunque parece que fue ayer cuando estabas haciendo las maletas para irte, hay […]
Ha vuelto Septiembre. Uno de los meses más temidos por todos, niños y adultos. Toca despedirse de las tardes en la playa, de los paseos mañaneros o de dormir como un niño. Ha llegado la hora de enfrentarse a la rutina. Y aunque parece que fue ayer cuando estabas haciendo las maletas para irte, hay que volver al trabajo. ¿Te provoca ansiedad la simple idea de pensarlo? Esta sensación que tienes es lo ya popularmente conocido como “síndrome postvacacional”.
Técnicamente se podría definir como “un conjunto de síntomas pasajeros que surgen de un proceso de adaptación, desde un entorno relajado y reposado, hacia el estrés y la rutina del día a día».
En otras palabras, lo que antes llamábamos “bajón después de las vacaciones”. Este síndrome, que bajo ningún concepto alcanza el concepto de enfermedad, puede provocar síntomas algo desagradables en todos los usuarios que lo sufren. Decimos que es únicamente un síndrome, y nunca enfermedad, ya que se trata simplemente de un proceso de adaptación, no de un estado permanente de ninguno de sus síntomas.
Por tanto, el síndrome postvacacional existe, es real. No es ningún cuento chino que nos hemos inventado para “rendir menos”. De hecho según el estudio publicado por ADECCO es bastante más común de lo que creemos.
En todo el país, se calcula que 1 de cada 3 trabajadores está sufriendo o sufrirá el síndrome postvacacional al reincorporarse al trabajo tras el verano. Del 66% restante, una parte importante padece o padecerá un cuadro de fatiga o estrés que estará directamente vinculado a la incorrecta adaptación al orden y la rutina tras esos días en los que apenas se tienen responsabilidades.
Ahora veamos su cuadro sintomático. Eso sí, tengamos siempre en cuenta que los síntomas variarán según el sujeto, al igual que la intensidad de los mismos. Los habrá que los sufran una sintomatología muy débil, y quienes presenten un cuadro más agudo.
Los casos más leves reflejan dificultades durante 2 o 3 días. Sin embargo, es habitual que los síntomas se alarguen hasta las dos semanas. Los casos más extremos podrían durar meses.
Ansiedad.
Malestar general.
Depresión.
Sudoración.
Falta de concentración y descenso del rendimiento.
Cambios de humor.
Incremento de las palpitaciones.
Síntomas cardiacos y respiratorios.
Si estás convencido de que de alguna forma u otra el síndrome postvacacional está llamando a tu puerta, lo mejor que puedes hacer es eliminar todos los pensamientos negativos. Volver de vacaciones es duro, pero la rutina puede ser mucho mejor de lo que crees.
Si tanto te agobia reincorporarte a tu puesto de trabajo, significa que algo no está bien. Quizás es la hora de que pongas esfuerzo en buscar nuevas motivaciones, y dejes volar tu creatividad. Focalízate en nuevas ilusiones, o recupera proyectos pasados que dejaste a medias. Lo más importante es que te sientas realizado laboralmente. ¿Y si no lo estás, a qué estás esperando?
Sin embargo, para todos aquellos que sí están contentos con su trabajo, pero que les estresa volver por motivos como una enorme cantidad de trabajo, lo más fácil es que se vayan reincorporando paulatinamente a tus proyectos de trabajo. No asumas el 100% de golpe.
Un remedio infalible para todo, practica deporte. Liberarás todo el estrés y la ansiedad, y te sentirás mucho mejor contigo mismo.
Por último si nos permites un consejo, recuerda que mucho peor sería estar en paro. Así que valora lo que tienes, y saca una buena sonrisa.
